octubre 21, 2025

La Vinotinto vive en Ecuador y Brasil

Rafael Romo no permite que la intrusa pelota penetre en su arco, Wilker Ángel marca un gol en Brasil. Dos episodios que mantienen la fe puesta en la selección Vinotinto, un fuego que siguen encendiendo tres venezolanos en Ecuador y ocho en Brasil.

Romo, un valladar imposible para los atacantes suramericanos, decidió radicarse en la mitad del mundo, y allá se ha afianzado como el mejor arquero de un fútbol duro, físico, en el que nadie se puede dormir. El Club Deportivo Universidad Católica, equipo donde defiende la meta, marcha en los primeros lugares, y en buena parte debido al esfuerzo titánico y la intuición felina del guardián de 34 años de edad de trascendentes actuaciones con la selección venezolana.

Ángel, zaguero central de 31 años de edad, marchó al fútbol brasilero sin estridencias, y hace unos días, jugando para el Criciúma, un equipo de poco nombre que marcha en el torneo Brasilerao más debajo de la mitad de la tabla, reventó por primera vez la red del Atlético Mineiro. El Criciúma, club de la ciudad del mismo nombre del estado sureste de Santa Catarina, frontera con Río Grande do Sul, regreso a la primera división luego de diez años en segunda categoría del país donde el fútbol es muy exigente.

Para Romo y Ángel este podría ser el último tren, su postrera oportunidad de un Mundial. Ya pasados sus treinta, no son tan jóvenes para el fútbol, pero esa madurez les ha sido útil para llevar, junto a varios compañeros, el comando de Venezuela en el Premundial. Sucede lo mismo para Tomás Rincón y Roberto Rosales, que también han dejado atrás la frontera de las tres decenas de años.

No hay duda de que esta población de venezolanos en el fútbol brasilero es inédita. Son ocho nacidos en esta geografía; oír sus nombres en los estadios y el país de donde proceden en idioma portugués, no deja de ser conmovedor.

La escuadra nacional abre, pues, una brecha en un país que es, como se suele decir, un continente. Sus artistas poco van al exterior pues su mercado es inabarcable, y así, en otros órdenes de la vida. Con el fútbol es algo diferente, aunque a los brasileros, llevados por los vientos inextinguibles de la nostalgia, les duele más la adaptación como a jugadores de Argentina o Uruguay. Por eso mismo, allá siempre ha costado aceptar a un extranjero; mas, las cosas han ido cambiando. Hoy día el brasilerismo ha sido “violado” por decenas de argentinos, uruguayos, colombianos, ecuatorianos y venezolanos.

Hoy el Brasilerao es un arco iris de banderas donde también se habla español, de futbolistas de diversos países suramericanos que van a sus ciudades, desde Río de Janeiro hasta Sao Paulo, desde Criciúma hasta Fortaleza y Santos, en procura de sonar y labrarse nuevos senderos. Ah, claro. Y por la plata; es el campeonato que, por mucho, mejor paga en toda América Latina. Qué bueno para los ocho venezolanos.

Maldonado… ¿pionero?

Remitiéndonos a los años noventa, podríamos decir que después de su magnífica campaña en la Copa América de 1989, jugada en Brasil, Carlos Maldonado fue quien marcó el camino a los venezolanos en aquel enorme país.

Mas, yendo al fondo de la historia, podría no ser así. Años antes, y esta es un hecho que pocos conocen, dos jóvenes venezolanos fueron llevados por el Vasco da Gama.
Los juveniles vivían en el club, y había promesas de futuro por su fútbol exquisito mostrado cada domingo en los torneos caraqueños.

Sin embargo, todo fue un sueño fugaz, pues Pedro Ocaña, lateral derecho del Deportivo Italia, y Jesús Maurera “El Chino”, mediocampista y atacante del Deportivo Portugués, debieron ser devueltos a Venezuela por su impropio comportamiento en la sede de Río de Janeiro.

Pasado un tiempo, llegó la hora de Maldonado y su paso por el Fluminense.

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