Crónica de una despedida anunciada
Cuando las aguas parecían calmarse, un tsunami comenzó a formarse en la bahía de San Francisco y sacudió el Fenway Park de Boston. El dominicano Rafael Devers fue cambiado a los Gigantes por un par de prospectos y los lanzadores Jordan Hicks y Kyle Harrison. En un abrir y cerrar de ojos se desvaneció la promesa que le hicieron en 2023, cuando le prometieron que sería la cara de la franquicia y le entregaron una extensión por 10 años y más 300 millones de dólares. Y no porque no haya cumplido con su bate, sino más bien porque le faltó inteligencia emocional para aceptar los movimientos gerenciales que le pedían adaptarse a nuevos roles.
Poco importó que fuese, ahora mismo, el mejor bateador de Boston con un promedio de .272, líder en jonrones (15), dobles (18) o carreras impulsadas (58). Mucho menos que llevase toda su vida con los Medias Rojas, equipo con el que debutó en 2017, fue campeón en 2018, asistió a tres All Stars y ganó dos bates de plata. Quedará en los registros de la franquicia, es décimo en jonrones (215) y sus 1136 incogibles lo tienen entre los 25 mejores hiteadores. Pero nada aliviará la sensación de un adiós amargo.
Y si, puede que sea -en palabras de Gabriel García Marquez- la crónica de una muerte anunciada. Pero también es cierto que sucede en un momento en el que parecía que las polémicas habían quedado a un lado. El negarse a dejar la tercera base tras la firma de Alex Bregman o su no rotundo a la posibilidad de jugar primera luego de que Triston Casas se rompiera un tendón y se perdiera el resto del año, fueron acciones que sacudieron a los medios de comunicación y generaron todo tipo de reacciones, pero eso parecía cosa del pasado.
Estaba en un gran momento. De acuerdo a Las Mayores, tiene el OPS+ más alto de su carrera (149) y lidera la Liga Americana en bases por bolas (56), es decir, ha perfeccionado su manera de leer a los pitchers.
No hay dudas, se trata de un tema de actitud y deja claro, una vez más, que esto es un negocio, los peloteros están trabajando y deben responder de la mejor manera a las exigencias de su jefe. ¿No pueden entonces expresar su descontento?, claro que sí, yo personalmente creo que deben poder decir lo que no les gusta, solo que él no supo hacerlo y dejó que todo se convirtiera en una polémica innecesaria.