Entrenamiento de resistencia extrema y enfermedad coronaria

Durante décadas, el ejercicio físico ha sido considerado una piedra angular para la prevención de enfermedades cardiovasculares. La evidencia epidemiológica y clínica muestra que realizar ejercicio aeróbico regular, de intensidad moderada a vigorosa, reduce el riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2, obesidad y enfermedad coronaria. Sin embargo, en los últimos años ha surgido un área controvertida dentro de la cardiología deportiva: el impacto del entrenamiento de resistencia extremo (por ejemplo, correr múltiples maratones, ultramaratones, triatlones de larga distancia) sobre la salud cardiovascular, particularmente en relación con la enfermedad de las arterias coronarias (EAC).
Este artículo revisa críticamente la literatura científica sobre los efectos del entrenamiento de resistencia de alto volumen e intensidad en la estructura y función cardiovascular, con especial atención al desarrollo de aterosclerosis coronaria. Aunque el ejercicio tiene efectos antiaterogénicos probados en general, algunos estudios recientes han encontrado que los atletas de resistencia veteranos presentan mayores cargas de placa coronaria (particularmente placas calcificadas) en comparación con individuos sedentarios o moderadamente activos.
Esta paradoja plantea una pregunta compleja: ¿podría el ejercicio extremo inducir adaptaciones cardiovasculares que, a largo plazo, resulten perjudiciales? El artículo busca analizar si el aumento observado de la carga aterosclerótica en estos deportistas representa realmente un mayor riesgo de eventos cardiovasculares o si estas adaptaciones son benignas o incluso protectoras.
- ¿Qué dice la evidencia sobre la carga aterosclerótica en atletas de resistencia?
Los estudios de imagen, especialmente la tomografía computarizada coronaria (CTCA), han revelado hallazgos interesantes y aparentemente contradictorios. Por ejemplo:
- En estudios con atletas veteranos (principalmente hombres de mediana edad o mayores que han practicado entrenamiento de resistencia intenso durante muchos años), se ha observado una mayor prevalencia de placas coronarias, especialmente placas calcificadas, en comparación con individuos sedentarios.
- Sin embargo, estas placas suelen ser de tipo calcificado estable, lo que contrasta con las placas blandas o mixtas, que son más propensas a romperse y generar eventos agudos como infarto.
Este patrón de calcificación ha llevado a algunos investigadores a proponer que el ejercicio extremo podría provocar una forma más estable y menos peligrosa de aterosclerosis. En otras palabras, el ejercicio no evitaría por completo la formación de placas, pero favorecería su maduración hacia formas más benignas.
- Interpretaciones fisiopatológicas: ¿adaptación o daño?
Uno de los debates centrales del artículo es si el aumento de la carga aterosclerótica observada en atletas extremos representa:
- Un daño subclínico por estrés cardiovascular crónico (microtrauma vascular, estrés oxidativo, inflamación), o
- Una adaptación benigna relacionada con remodelación arterial, aumento del volumen sanguíneo y mayor presión pulsátil durante el ejercicio intenso.
Algunas hipótesis sugieren que la repetida exposición al estrés hemodinámico y metabólico durante años de entrenamiento intenso podría inducir una respuesta inflamatoria crónica leve que, a largo plazo, contribuye a la formación de placas. No obstante, el perfil general de riesgo de estos atletas sigue siendo más bajo que el de la población general: menor presión arterial, mejor perfil lipídico, menor grasa corporal y buena capacidad cardiorrespiratoria (VO₂max alto), lo cual podría compensar cualquier aumento en la carga de placa.
- ¿Qué tan peligrosas son estas placas?
Un punto crucial es que no todas las placas coronarias implican el mismo nivel de riesgo:
- Las placas blandas o mixtas, ricas en lípidos y con cápsulas fibrosas delgadas, son inestables y propensas a la ruptura, lo que puede generar un infarto agudo de miocardio.
- Las placas calcificadas, en cambio, son más estables y, aunque reducen el lumen arterial, rara vez se rompen. Por tanto, su presencia no implica necesariamente un riesgo inminente.
En este sentido, varios estudios muestran que los atletas con mayor carga de placas coronarias tienen predominantemente placas calcificadas, mientras que las formas más peligrosas son menos frecuentes. Esto sugiere una posible adaptación protectora, donde el ejercicio prolongado promueve la estabilización de la placa en vez de su vulnerabilidad.
- Eventos cardiovasculares reales en atletas de resistencia
A pesar del hallazgo de placas coronarias en atletas veteranos, la incidencia real de eventos cardiovasculares en esta población es baja. Algunos datos indican que el riesgo de muerte súbita cardíaca en maratones es de alrededor de 1 en 100,000 participantes, y suele asociarse con miocardiopatías no detectadas previamente más que con enfermedad coronaria.
De hecho, los atletas veteranos que sufren eventos agudos suelen ser aquellos con antecedentes familiares, factores de riesgo tradicionales (como dislipemia, tabaquismo o hipertensión) o aquellos que ignoran síntomas de advertencia.
El artículo destaca que la presencia de placas calcificadas en una tomografía no necesariamente implica riesgo elevado, especialmente si se trata de un atleta asintomático y sin otros factores de riesgo.
- Limitaciones de los estudios actuales
Los estudios que evalúan la relación entre ejercicio extremo y enfermedad coronaria presentan varias limitaciones:
- Diseño transversal: la mayoría de las investigaciones son observacionales, lo que impide establecer una relación causal directa entre el entrenamiento extremo y la presencia de placas.
- Población altamente seleccionada: muchos estudios se centran en hombres blancos de mediana edad, lo cual limita la generalización a mujeres o a otras etnias.
- Falta de seguimiento clínico a largo plazo: aunque se han identificado placas, no se ha demostrado que estas se traduzcan en una mayor tasa de infartos o muerte cardiovascular en estos atletas.
El artículo llama a interpretar con cautela los hallazgos de imagen y destaca la necesidad de estudios longitudinales que analicen la evolución clínica real de los atletas con evidencia subclínica de aterosclerosis.
- ¿Deberían los médicos desaconsejar el ejercicio extremo?
Los autores enfatizan que, en ausencia de síntomas y con un buen control de factores de riesgo, no hay evidencia suficiente para desaconsejar el ejercicio de resistencia en personas sanas. Por el contrario, el entrenamiento de resistencia sigue siendo una de las estrategias más eficaces para reducir el riesgo cardiovascular en la población general.
No obstante, recomiendan que los atletas veteranos —especialmente hombres mayores de 40 años con historia familiar o factores de riesgo tradicionales— sean evaluados periódicamente. En caso de encontrar placas calcificadas, la decisión clínica debe individualizarse, valorando el contexto completo del paciente, su capacidad funcional, perfil de riesgo y sintomatología.
Conclusión
El entrenamiento de resistencia extremo puede estar asociado a una mayor carga de placas coronarias calcificadas, pero estas parecen ser morfológicamente estables y, por tanto, menos proclives a causar eventos agudos. A pesar de esta mayor carga aterosclerótica, los atletas presentan menor incidencia global de enfermedad coronaria clínica.
En resumen:
- El ejercicio sigue siendo cardioprotector.
- Las adaptaciones coronarias observadas podrían ser benignas o incluso protectoras.
- La evaluación de riesgo debe ser individual y basada en un enfoque clínico integral.
- Se requieren estudios longitudinales más robustos para aclarar el impacto real del ejercicio extremo en la salud coronaria a largo plazo.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/06/Extreme-endurance-training-and-coronary-artery-disease.pdf
Referencia completa:
Guarnieri G, Pozzi FE, Conte E, Righetto M, Bartorelli A, Andreini D. Extreme endurance training and coronary artery disease: A systematic review and a meta-analysis. Int J Cardiol. 2025 Jun 15;429:133172. doi: 10.1016/j.ijcard.2025.133172.