El ojo seco, una afección común que aún pasa desapercibida – Salud y Medicina

Ojos que pican, se enrojecen o se sienten cansados al final del día. Sensación de arenilla, visión borrosa o una molestia difícil de describir. Son síntomas que muchas personas atribuyen al estrés, al uso de pantallas o a no haber dormido bien, sin saber que podrían estar relacionados con una condición oftalmológica bastante frecuente: el ojo seco.
El ojo seco se produce cuando la superficie ocular no está correctamente protegida por la lágrima, debido a un déficit en la cantidad o calidad de la película lagrimal. Esta disfunción puede provocar desde molestias hasta alteraciones visuales más graves que pueden afectar a la calidad de vida.
A pesar de su prevalencia, muchas personas no saben que la padecen o no le dan importancia. De hecho, el incremento de hábitos como el trabajo frente a ordenadores, la exposición a ambientes con calefacción o aire acondicionado, o el aumento de la contaminación ambiental, pueden actuar como desencadenantes o agravantes de esta afección.
Se estima que uno de cada cinco adultos en nuestro país presenta síntomas compatibles con ojo seco. Sin embargo, solo una tercera parte ha recibido un diagnóstico. Este dato pone de relieve la necesidad de visibilizar esta patología, fomentar su detección precoz y mejorar la educación sanitaria en torno a sus síntomas y abordaje.
Una solución frecuente y eficaz, cuando hay síntomas leves o moderados, son las lágrimas artificiales. No todas son iguales: algunas hidratan de forma inmediata, mientras que otras están formuladas para mejorar la estabilidad de la película lagrimal o manejar casos más severos. Por eso, es recomendable que para el uso de estas soluciones y en caso de síntomas persistentes, se consulte con un oftalmólogo. Solo así se podrá identificar la causa concreta del problema y pautar el tratamiento más adecuado.
La salud ocular merece la misma atención que otros aspectos de nuestro bienestar. Escuchar a nuestros ojos cuando manifiestan molestias es el primer paso para cuidarlos mejor. J.M Benítez del Castillo. Catedrático de Oftalmología. Universidad Complutense de Madrid