8 pueblos de postal que hay que ver en la provincia de Barcelona
Más allá de los circuitos turísticos convencionales por la provincia de Barcelona hay pueblecitos de postal en el interior que nos invitan a perdernos en una escapada rural de las que dejan huella.
Por su cultura, por su gastronomía arraigada a lo local, por sus paisajes, por sus gentes, por su entorno natural, por su patrimonio histórico… Exprime un fin de semana o un puente en destinos poco masificados que ayudan a alejarse de la rutina y a reconectar con lo auténtico. Esta es nuestra selección.
Viladrau (Osona)

En pleno Parque Natural del Montseny se encuentra Viladrau, también conocido como el pueblo de las 200 fuentes (¡para 1.000 habitantes!). Pasear por su núcleo urbano significa adentrarse en callejuelas estrechas, donde destacan la plaza y la iglesia de Sant Martí de Viladrau, así como diferentes masías y casas de los siglos XVII y XVIII, muchas de estilo modernista.
En otoño se celebra la Fira de la Castanya, un evento único para probar el fruto seco más apreciado de la zona y que impregna el municipio de ese olor tan característico que dejan las brasas. Uno de sus actos más destacables es el Ball de les Bruixes el 31 de octubre, una teatralización que conmemora el trágico episodio del ajusticiamiento de 14 mujeres en el siglo XVII.
Sant Julià de Vilatorta (Osona)

Entre el macizo de les Guilleries y la Plana de Vic se encuentra un verdadero museo al aire libre de la arquitectura modernista y novecentista, el pueblo de Sant Julià de Vilatorta. Es uno de esos lugares que hay que recorrer sin prisas, contemplando cada detalle, porque son numerosas las casas que tienen fechas e inscripciones en sus fachadas, así como bonitos esgrafiados que recuerdan que este ha sido un relevante municipio de veraneo de la burguesía catalana.
Algunos puntos de interés son la iglesia parroquial de Sant Julià, con su bonito campanario; el casal de Bellpuig, en lo alto de la carena, con fantásticas vistas; o la iglesia románica de Santa Maria de Vilalleons.
Un momento muy especial para visitar el pueblo es en mayo, cuando tienen lugar “les caramelles del Roser”, unas canciones populares de diferentes géneros musicales con piezas que se han transmitido oralmente desde el siglo XVI.
Súria (Bages)

Súria es un pueblo en el que se puede volver a la Edad Media. Recorrer la villa fortificada del Poble Vell, con el Castillo, las murallas, puertas, soportales y casas elevadas es un viaje a otra época.
Por el río Cardener y las barracas de piedra seca pasaban los arrieros (traginers) que cogían la sal de Cardona. Además, hay otros puntos fascinantes como los dólmenes megalíticos y la Falla del Migmón, de gran interés geológico.
Un reflejo de la tradición la vemos en dos fiestas: la Fira Medieval d’Oficis de Súria durante la primera mitad de noviembre, con un amplio abanico de actividades participativas, talleres, actuaciones en la calle y puestos de artesanía; y las Caramelles de Súria, una de las más grandes de esta manifestación cultural auténtica de la Cataluña interior y de las más antiguas.
Rajadell (Bages)

Si necesitas hacer una pausa este otoño y desconectar del mundanal ruido, el carácter rural de Rajadell hace que sea un destino ideal para conseguirlo. Es un pueblo de poco más de 500 habitantes con casitas de piedra y masías.
La calle Mayor es un buen paradigma de su estilo arquitectónico tradicional. La estación de tren es punto de parada y fonda donde todavía hoy se pueden encontrar buenos restaurantes de cocina catalana. El bien patrimonial más emblemático es el Castillo de Rajadell, del siglo XVII, uno de los más grandes y mejor conservados de la comarca.
Otros puntos de interés son la iglesia de Sant Iscle i Santa Victòria, la escultura “La noia de la plaça” que recuerda la tradición hospitalaria de la gente del pueblo, el Molí de l’Oli —uno de los pocos ejemplares de molino tradicional de piedra que todavía sigue en funcionamiento en Cataluña— o las más de 300 tinas conservadas que testifican el valor de la viña y la tradición del vino en el pueblo.
Además, en julio se celebra, cada año, el Campus de Gospel de Rajadell, todo un punto de encuentro de los amantes de esta música con actuaciones al aire libre.
Copons (Anoia)

De Copons, en la comarca de Anoia, se dice que es lugar de arrieros y comerciantes del sector del textil que circulaban entre Calaf e Igualada. Hoy un monumento homenajea a esas familias que ayudaron a que prosperara el pueblo con su actividad comercial.
Es interesante hacer la ruta de los molinos de agua, pasear por un casco histórico con varias casas distinguidas con sus blasones o visitar la iglesia parroquial de Santa Maria, de estilo neoclásico y con toques barrocos.
Una ruta de naturaleza que no puede faltar en el entorno de Copons es la que va al Gorg del Nafre, una preciosa poza natural escondida entre sauces, chopos y alisos.
Sant Martí de Tous (Anoia)

Uno de los pueblos más antiguos de la comarca de Anoia es Sant Martí de Tous, una villa milenaria con un casco antiguo que es un tesoro. Tiene un entramado de calles estrechas, cuestas pronunciadas, escaleras, zonas de paso de antiguos carruajes…
Su castillo, considerado monumento de interés general, es un gran casal residencial fortificado; es privado, pero se concretan visitas guiadas dos veces al mes. Un imprescindible para senderistas es la sencilla ruta que conduce al salto de agua de La Fou, pasando por varias pozas y rieras.
Hay que apuntar dos citas imprescindibles: a principios de noviembre se celebra la Fiesta Mayor del pueblo, con actuaciones teatrales, degustaciones de chocolate y coca, gigantes y cabezudos, paellas, correfocs y mucho más; y el Festival de Llegendes de Catalunya, a principios de julio, con espectáculos de teatro, narración, danza, circo, instalaciones y formatos itinerantes.
Granera, el pueblo más pequeño del Moianès

Uno de los mejores miradores de la comarca del Moianès es el pequeño pueblo de Granera, de apenas 80 habitantes. Se asienta sobre un terreno escarpado y boscoso y está presidido por un castillo medieval en su parte más alta.
La panorámica más impactante están en el mirador de Can Cucut, en la parte baja del municipio, donde se llega a avisar Montserrat y Sant Llorenç del Munt i l’Obac.
Llaman la atención las casas de estilo moderno contemporáneo popular originarias del siglo XVIII y que están alrededor de la iglesia. Buenos ejemplos son Cal Cava, Cal Costa, Cal Torrents y Ca l’Utesà, así como los antiguos lavaderos públicos.
L’Estany, el pueblecito que esconde una joya del románico

L’Estany es el municipio más elevado del Moianès, ubicado a 870 metros de altura entre montañas. Entre sus callejuelas y casitas de piedra se puede descubrir uno de los monumentos más insignes del románico catalán: el Monasterio de Santa Maria de l’Estany.
Que el nombre del pueblo no lleve a engaño: no hay ningún lago. Pero lo hubo. Tenía 300.000 metros cuadrados, pero el último abad del monasterio decidió disecarlo para evitar que fuera un foco de mosquitos y paludismo y crear nuevas zonas de cultivo, que hoy conforman un paisaje bucólico a su alrededor.
