octubre 15, 2025

Biomarcadores del envejecimiento: de lo molecular a la función fisiológica

Envejecimiento y fuerza

Furrer R, Handschin C. Biomarkers of aging: from molecules and surrogates to physiology and function. Physiol Rev. 2025 Jul 1;105(3):1609-1694. doi: 10.1152/physrev.00045.2024.

El envejecimiento es un fenómeno complejo que cada vez tiene más relevancia social y sanitaria, debido al aumento de la esperanza de vida y a la proporción creciente de personas mayores en el mundo. El gran reto actual no es solo prolongar la vida, sino aumentar los años vividos en buena salud, es decir, la healthspan. Para ello, identificar biomarcadores fiables que permitan evaluar y predecir el envejecimiento se ha convertido en una prioridad científica.

El artículo revisa la evidencia disponible desde los niveles moleculares hasta los funcionales, pasando por los intentos farmacológicos y los factores de estilo de vida. La conclusión principal es clara: aunque la investigación molecular promete mucho, los biomarcadores funcionales y de capacidad fisiológica son hoy por hoy las herramientas más sólidas, accesibles y predictivas de la morbilidad y la mortalidad.

  1. Falsas promesas y limitaciones de lo molecular

En modelos animales se han descrito los “hallmarks of aging”: inestabilidad genómica, acortamiento de telómeros, alteraciones epigenéticas, pérdida de proteostasis, disfunción mitocondrial, senescencia celular, inflamación crónica, entre otros. Esto ha impulsado el desarrollo de múltiples fármacos y suplementos: resveratrol, metformina, rapamicina, senolíticos, activadores de NAD+, terapias celulares o reprogramación epigenética.

Sin embargo, en humanos los resultados son inconsistentes o inexistentes. Por ejemplo:

  • Resveratrol: resultados contradictorios y escasa eficacia clínica.
  • Metformina: útil en diabetes tipo 2, pero sin evidencia robusta en población sana.
  • Rapamicina: prometedora en animales, pero con riesgos de inmunosupresión, alteraciones metabólicas y efectos adversos.
  • Senolíticos: eliminan células senescentes en laboratorio, pero aún no existen pruebas de seguridad y eficacia en humanos.

El mensaje es que, aunque la investigación molecular es necesaria, no existen aún terapias farmacológicas validadas que alarguen la vida ni la salud de forma consistente en humanos.

  1. El poder de los biomarcadores funcionales

Donde sí existe consenso y robustez es en los biomarcadores fisiológicos y funcionales, que reflejan la capacidad real del organismo para responder al estrés y mantener la independencia. Entre ellos destacan:

  • Fuerza de prensión manual (handgrip strength): simple, económica y altamente predictiva de discapacidad, hospitalización y mortalidad.
  • Velocidad de la marcha: caminar despacio predice mayor riesgo de fragilidad, caídas, demencia y muerte.
  • Consumo máximo de oxígeno (VO₂max): es el mejor indicador de capacidad cardiorrespiratoria y tiene una fuerte asociación con longevidad.
  • Masa y función muscular: la sarcopenia (pérdida de masa y fuerza) es un marcador clave de fragilidad y peor pronóstico.

Estos indicadores son fáciles de medir en clínica y tienen mayor valor predictivo que muchos marcadores moleculares. En la práctica, evaluar la fuerza, la movilidad y la capacidad aeróbica ofrece una visión más real de la edad biológica que la cronológica.

  1. Intervenciones con evidencia sólida: el papel del estilo de vida

El artículo dedica un apartado extenso a los factores modificables que sí impactan de forma directa en el envejecimiento saludable:

  1. Ejercicio físico
    • Es la intervención con mayor respaldo científico.
    • Mejora todos los hallmarks del envejecimiento: reduce inflamación, mejora la función mitocondrial, preserva la masa muscular, optimiza la función cognitiva y cardiovascular.
    • Tanto el entrenamiento aeróbico como el de fuerza son necesarios: el primero para mantener el VO₂max y la salud cardiovascular, el segundo para combatir la sarcopenia y preservar la independencia funcional.
    • Incluso iniciado a edades avanzadas, el ejercicio disminuye el riesgo de mortalidad, de demencia, de cáncer y de caídas.
  2. Nutrición
    • Más allá de dietas restrictivas o suplementos aislados, la evidencia es fuerte para patrones dietéticos equilibrados y sostenibles: ricos en alimentos frescos, proteínas adecuadas (especialmente en mayores para combatir la sarcopenia), fibra, frutas, verduras y con mínima presencia de ultraprocesados.
    • El déficit proteico en mayores aumenta la fragilidad; por ello, combinar dieta rica en proteínas con ejercicio de fuerza es la mejor estrategia contra la pérdida de masa muscular.
  3. Sueño
    • Dormir entre 7-8 horas de calidad reduce el riesgo cardiovascular y la mortalidad.
    • Tanto la falta de sueño como el exceso están relacionados con mayor riesgo de enfermedad.
    • El ejercicio regular mejora la calidad del sueño, incluso en personas con insomnio.
  4. Factores psicosociales
    • La soledad, el aislamiento y el estrés crónico aumentan el riesgo de mortalidad.
    • Por el contrario, mantener redes sociales activas, tener una actitud optimista y participar en actividades cognitivamente estimulantes protege la salud cerebral y cardiovascular.
  5. Otros factores clave
    • Evitar tabaco, alcohol y drogas.
    • Exposición solar adecuada, evitando quemaduras pero asegurando síntesis de vitamina D y otros beneficios no dependientes de ella.
    • Prevención y chequeos médicos basados en evidencia (presión arterial, glucosa, colesterol, vacunas).
  1. Socioeconomía y políticas de salud

El artículo subraya que muchos determinantes de la longevidad no dependen solo del individuo. El nivel socioeconómico, la educación, el acceso a la sanidad y la calidad del entorno influyen de forma decisiva. Personas con bajos recursos pueden perder hasta 20 años de esperanza de vida respecto a poblaciones más favorecidas.

Esto señala la importancia de medidas colectivas: garantizar acceso universal a la salud, reducir desigualdades, fomentar ciudades activas y políticas contra el sedentarismo, la contaminación y la mala alimentación.

  1. Hacia un modelo práctico de envejecimiento saludable

En conjunto, el artículo propone un enfoque pragmático:

  • Usar biomarcadores funcionales (fuerza, movilidad, VO₂max, masa muscular) para monitorizar la edad biológica.
  • Priorizar ejercicio físico regular, dieta equilibrada, sueño de calidad y relaciones sociales como los pilares más efectivos y científicamente respaldados.
  • Considerar los fármacos y terapias moleculares aún como investigación, no como herramientas clínicas.
  • Recordar que los cambios en el estilo de vida pueden ser efectivos incluso en edades avanzadas, y que combinarlos tiene efectos sinérgicos.

Conclusión

La investigación sobre biomarcadores de envejecimiento es un campo en expansión, pero la utilidad práctica hoy reside en lo funcional. Mientras los avances moleculares requieren validación clínica, la fuerza muscular, la capacidad aeróbica, la movilidad y la masa muscular son predictores fiables y modificables. La mejor estrategia para vivir más y mejor no está en pastillas milagrosas, sino en moverse, comer bien, dormir adecuadamente y mantener la mente y las relaciones activas.

En otras palabras, la ciencia confirma que el envejecimiento saludable se construye cada día con decisiones prácticas y accesibles, y que el seguimiento clínico debe centrarse en biomarcadores fisiológicos más que en promesas moleculares aún lejanas.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/09/Biomarkers-of-aging.pdf

Ver fuente