octubre 16, 2025

Efectos del ejercicio aeróbico y de fuerza sobre la depresión y la ansiedad

Banyard H, Edward KL, Garvey L, Stephenson J, Azevedo L, Benson AC. The Effects of Aerobic and Resistance Exercise on Depression and Anxiety: Systematic Review With Meta-Analysis. Int J Ment Health Nurs. 2025 Jun;34(3):e70054. doi: 10.1111/inm.70054.

Los trastornos mentales, especialmente la depresión y la ansiedad, son condiciones altamente prevalentes y debilitantes a nivel mundial. Las personas con enfermedades mentales no solo experimentan un deterioro funcional significativo, sino también una reducción de su esperanza de vida, en parte debido a su mayor riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Esta doble carga de enfermedad mental y física se ha relacionado en gran medida con niveles bajos de actividad física.

Los trastornos depresivos se caracterizan por un estado de ánimo triste, vacío o irritable, acompañado de síntomas somáticos y cognitivos que interfieren significativamente con la funcionalidad. Por otro lado, los trastornos de ansiedad implican miedo excesivo y comportamientos asociados. Si bien la psicoterapia y la farmacoterapia son tratamientos comunes, los medicamentos antidepresivos presentan limitaciones como efectos adversos y alto costo.

Pese a los obstáculos que enfrentan muchas personas con enfermedades mentales para participar en programas de ejercicio físico —como la fatiga, el aislamiento social y las dificultades socioeconómicas—, hay evidencia creciente de que la actividad física puede aliviar tanto los síntomas fisiológicos como los psicosociales de estas patologías. Fisiológicamente, el ejercicio mejora la función mitocondrial, regula los niveles hormonales relacionados con el estrés y mejora el sueño y el estado de ánimo. En el plano psicosocial, el ejercicio puede fomentar la interacción social y actuar como distracción ante pensamientos negativos.

Estudios anteriores han demostrado efectos positivos del ejercicio sobre la depresión, aunque con resultados variados. Algunos metaanálisis reportan beneficios moderados, otros los describen como similares a los de los tratamientos psicológicos estándar. Estas diferencias pueden deberse a la heterogeneidad en la prescripción de ejercicio (modo, frecuencia, duración e intensidad).

La OMS recomienda al menos 150-300 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada o 75-150 minutos de ejercicio vigoroso, además de al menos dos sesiones semanales de fortalecimiento muscular. Sin embargo, se desconoce cuál de los modos de ejercicio —aeróbico, de fuerza o combinado— ofrece mayores beneficios en personas con diagnóstico clínico de depresión y/o ansiedad.

Se incluyeron 32 ensayos clínicos aleatorizados con un total de 3.243 participantes. De estos, 26 estudios se utilizaron para los metaanálisis (n = 2.681).

  • Depresión: 25 estudios evaluaron su efecto. El análisis conjunto mostró un efecto positivo del ejercicio con una diferencia media estandarizada (SMD) de −0.97 (IC del 95%: −1.28 a −0.66), lo cual se interpreta como un efecto grande.
  • Ansiedad: 11 estudios analizaron su impacto. El efecto fue también significativo, aunque de magnitud moderada, con una SMD de −0.66 (IC del 95%: −1.09 a −0.23).

No se observaron estudios que influyeran excesivamente en los resultados.

Los hallazgos de este metaanálisis confirman que las intervenciones basadas en ejercicio físico mejoran significativamente los síntomas tanto de depresión como de ansiedad. Los beneficios son consistentes independientemente del tipo de ejercicio (aeróbico, fuerza o combinado) para la depresión, y más marcados con ejercicio de fuerza o mixto en el caso de la ansiedad.

El efecto beneficioso del ejercicio sobre la depresión fue de gran magnitud, y más del 50% de los estudios mostraron diferencias significativas a favor de la intervención. Este resultado refuerza estudios previos que ya apuntaban a la eficacia del ejercicio como herramienta terapéutica en salud mental.

Sin embargo, a pesar de los beneficios, el ejercicio sigue estando infrautilizado y subvalorado en los modelos de tratamiento estándar. Las barreras incluyen:

  • Falta de profesionales capacitados en ejercicio terapéutico.
  • Limitaciones en el conocimiento de las guías de prescripción de ejercicio por parte del personal sanitario.
  • Dificultades logísticas, económicas y de adherencia en la implementación de programas de ejercicio.

Para la ansiedad, el número de estudios fue menor, pero los resultados fueron prometedores. El análisis mostró un efecto moderado, especialmente en los programas que incluían fuerza o ejercicio combinado. Aun así, solo uno de los estudios cumplió con las recomendaciones mínimas de la OMS, lo cual sugiere que, si se aumentaran la intensidad y volumen del ejercicio, los beneficios podrían ser aún mayores.

Solo tres estudios cumplieron con las guías completas de ejercicio de la OMS (aeróbico + fuerza). Esto sugiere que incluso niveles de ejercicio por debajo de las recomendaciones oficiales pueden ser útiles, lo cual es consistente con revisiones recientes que avalan beneficios mentales incluso con niveles bajos de actividad física.

Se destacó también la gran variabilidad entre estudios en cuanto al tipo de intervención (duración, intensidad, modalidad y supervisión), lo que refuerza la necesidad de estandarizar y mejorar la calidad de la prescripción de ejercicio en investigación y en la práctica clínica.

A nivel internacional, los resultados mostraron disparidad: por ejemplo, estudios de Australia mostraron mejoras claras, mientras que otros de EE.UU. no hallaron efectos significativos. Estos contrastes podrían reflejar diferencias culturales, de infraestructura, o del acceso a profesionales del ejercicio. Sin embargo, también reflejan la complejidad de interpretar intervenciones tan heterogéneas.

Conclusiones

  • El ejercicio físico es una intervención eficaz para reducir los síntomas de depresión (efecto grande) y ansiedad (efecto moderado) en adultos diagnosticados clínicamente.
  • El tipo de ejercicio (aeróbico, fuerza o combinado) no influye significativamente en la mejora de la depresión, aunque para la ansiedad se observan mayores beneficios en programas con ejercicio de fuerza o mixto.
  • Se necesitan mejoras en la calidad metodológica de los estudios y en la aplicación práctica del ejercicio como tratamiento dentro de los sistemas de salud mental.
  • El ejercicio debe considerarse una intervención central o complementaria en el abordaje de trastornos depresivos y de ansiedad.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/06/The-Effects-of-Aerobic-and-Resistance-Exercise-on-Depression-and-Anxiety.pdf

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