octubre 19, 2025

Ejercicio durante el cáncer: una herramienta para tolerar mejor los tratamientos

Catalá-Vilaplana I, Cao SE, Zadravec K, LeVasseur N, Kimple RJ, Lim AJ, Courneya KS, Campbell KL. Exercise May Improve Completion of Standard and Emerging Cancer Treatments. Exerc Sport Sci Rev. 2025 Jul 1;53(3):110-124. doi: 10.1249/JES.0000000000000360.

El artículo plantea una idea central muy relevante para la fisioterapia oncológica y la medicina del ejercicio: recibir la dosis completa de tratamiento oncológico planificada es un indicador clave de calidad asistencial y un factor determinante para la eficacia terapéutica, la reducción del riesgo de recurrencia y la mejora de la supervivencia. Sin embargo, los efectos secundarios de los tratamientos impiden en muchos casos alcanzar esa dosis óptima. En este contexto, el ejercicio físico surge como una intervención prometedora para mejorar la tolerancia y la finalización de los tratamientos estándar y emergentes del cáncer.

Contexto y fundamentos

Cada año se diagnostican cerca de 20 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo. Los tres pilares tradicionales del tratamiento —cirugía, quimioterapia y radioterapia— se han ampliado con terapias más recientes como la inmunoterapia y la terapia dirigida. Estas estrategias, ya sean sistémicas o localizadas, pueden combinarse de forma neoadyuvante o adyuvante. Aunque su eficacia está demostrada, con frecuencia provocan toxicidades significativas: fatiga, dolor, neuropatía, pérdida de fuerza y capacidad cardiorrespiratoria, que deterioran la calidad de vida y pueden conducir a reducciones, retrasos o suspensiones del tratamiento.

Frente a ello, un gran cuerpo de evidencia muestra que el ejercicio es seguro y bien tolerado durante los tratamientos oncológicos, ayudando a mitigar efectos adversos y a preservar la función física. Las guías actuales recomiendan combinar entrenamiento aeróbico moderado (2-3 veces por semana, 20-30 minutos) con entrenamiento de fuerza dos veces por semana, y progresar hacia los niveles de actividad física general recomendados para adultos. Tanto la American Cancer Society como la ASCO aconsejan prescribir ejercicio regular durante los tratamientos con intención curativa.

Aun así, existe una pregunta clave aún sin resolver: ¿puede el ejercicio mejorar la capacidad del paciente para completar el tratamiento planificado?

Definición y medición de la finalización del tratamiento

El concepto de “treatment completion” (finalización del tratamiento) es complejo y depende del tipo y fase de cáncer, del régimen terapéutico y de los criterios del oncólogo. En la quimioterapia, los efectos secundarios pueden provocar reducción de dosis, retrasos o interrupciones, y su medida más utilizada es la intensidad de dosis relativa (RDI, Relative Dose Intensity), que representa el porcentaje de dosis realmente administrada respecto a la planificada. En tumores como colon, mama o linfoma, se ha demostrado que mantener una RDI alta (≥85%) se asocia con mejor supervivencia y menor riesgo de recurrencia.

En terapias hormonales (usadas sobre todo en cáncer de mama y próstata), la finalización se evalúa a través de la adherencia a la medicación, que suele considerarse adecuada si el paciente toma al menos el 80% del tratamiento prescrito. En radioterapia, el indicador principal es la presencia o ausencia de interrupciones no planificadas (treatment breaks), las cuales empeoran los resultados clínicos si superan una semana. En terapias emergentes como la inmunoterapia o las terapias dirigidas, la falta de estandarización dificulta aún la comparación entre estudios.

Mecanismos propuestos: cómo el ejercicio podría mejorar la finalización del tratamiento

Los autores plantean varios mecanismos fisiológicos que podrían explicar la relación entre ejercicio y mayor adherencia terapéutica:

  1. Reducción de efectos secundarios: el ejercicio alivia fatiga, dolor y otros síntomas, lo que podría facilitar la continuidad del tratamiento.
  2. Mejora de la composición corporal: disminuir la adiposidad y preservar la masa muscular optimiza la farmacocinética de los fármacos y puede elevar la RDI.
  3. Estimulación inmune: el ejercicio moviliza células inmunitarias (NK, linfocitos T, monocitos) y promueve la regeneración medular, reduciendo el riesgo de suspender quimioterapia por neutropenia.

Aun así, los autores advierten que no está claro el sentido causal: ¿el ejercicio mejora la tolerancia al tratamiento o las personas que toleran mejor los tratamientos pueden ejercitarse más?

Métodos y revisión de la evidencia

Se identificaron 30 estudios que analizaron el impacto del ejercicio en la finalización del tratamiento, la mayoría centrados en quimioterapia (77%), algunos en quimiorradioterapia (13%) y pocos en hormonoterapia (10%). No se hallaron ensayos en inmunoterapia o terapias dirigidas. La mayoría de los trabajos se realizaron en cáncer de mama, colorrectal o esofagogástrico. Solo tres estudios tenían la finalización del tratamiento como objetivo principal.

Ejercicio y quimioterapia

De los 23 estudios revisados:

  • El 48% mostró beneficios significativos del ejercicio sobre la finalización del tratamiento.
  • Los resultados más favorables se observaron en intervenciones supervisadas y combinadas de fuerza y aeróbico.
  • En el ensayo START (Courneya et al.), el grupo de entrenamiento de fuerza alcanzó un RDI significativamente mayor que el grupo control (89,8% vs 84,1%).
  • Estudios no aleatorizados en cáncer colorrectal o gástrico también mostraron menores reducciones o retrasos de dosis en quienes realizaron ejercicio.

En contraste, ensayos como FORCE (Caan et al.) o LEANER (Sanft et al.), ambos con RDI como resultado principal, no hallaron diferencias significativas. Los autores atribuyen esto a programas poco intensivos, falta de supervisión o escaso impacto en la masa muscular.

Ejercicio y quimiorradiación

Cuatro estudios (en cáncer de mama, recto y esófago) no encontraron efectos significativos del ejercicio sobre la finalización del tratamiento, aunque todos reportaron buena adherencia a los programas.

Ejercicio y hormonoterapia

Tres estudios en cáncer de mama evaluaron la adherencia al tratamiento hormonal oral. Dos no mostraron diferencias, pero uno (Tamaki et al.) observó una mejor adherencia autoinformada (99% vs 92%) en el grupo que realizó actividad física.

Hasta la fecha, no existen ensayos publicados que evalúen esta relación en pacientes bajo inmunoterapia o terapias dirigidas, aunque ya hay protocolos en marcha.

Interpretación y direcciones futuras

El trabajo subraya tres prioridades en la investigación en ejercicio oncológico:

  1. Incluir la finalización del tratamiento como resultado primario en los ensayos clínicos.
  2. Estandarizar las definiciones y medidas, especialmente de RDI y adherencia medicamentosa, para permitir comparaciones entre estudios.
  3. Analizar los efectos del ejercicio según la combinación y secuencia de tratamientos, en línea con el marco conceptual EPiCC (“Exercise Across the Post Diagnosis Cancer Continuum”).

Además, los autores sugieren diferenciar claramente entre el ejercicio intrahabilitador (durante el tratamiento) y el neoadyuvante o prehabilitador (antes de iniciarlo), ya que el momento de intervención puede condicionar los efectos sobre la tolerancia.

Los retos metodológicos incluyen calcular correctamente la RDI en contextos reales —considerando ajustes de dosis por edad o estado funcional— y mejorar el registro de la adherencia a medicaciones orales mediante sistemas digitales o diarios de pastillas.

Conclusión

El artículo concluye que, aunque la evidencia es todavía limitada y heterogénea, el ejercicio físico muestra un potencial clínico claro para mejorar la finalización de los tratamientos oncológicos, especialmente la quimioterapia. Las intervenciones que combinan ejercicio aeróbico y de fuerza, supervisadas y adaptadas al paciente, parecen ser las más efectivas. Además de mejorar la capacidad funcional y la calidad de vida, el ejercicio podría contribuir a que los pacientes completen sus tratamientos, optimizando así los resultados oncológicos.

El campo avanza hacia una visión más integrada: el ejercicio no solo como rehabilitación, sino como parte del propio tratamiento oncológico, con efectos fisiológicos que podrían potenciar la eficacia terapéutica. Para consolidar esta evidencia, los autores destacan la necesidad de ensayos bien diseñados, con resultados estandarizados, que incluyan no solo quimioterapia, sino también las nuevas terapias emergentes.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/10/exercise_may_improve_completion_of_standard_and.2-1.pdf

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