octubre 28, 2025

El entrenamiento de fuerza como pilar en la salud ósea posmenopáusica

Ovario poliquístico y ejercicio

La osteoporosis posmenopáusica y las fracturas por fragilidad constituyen un importante problema de salud pública que sigue creciendo con el envejecimiento poblacional. A pesar de los avances farmacológicos —como los agentes antirresortivos (bisfosfonatos, denosumab) y los osteoanabólicos (romosozumab, teriparatida)—, la prevalencia de fracturas sigue siendo elevada y su impacto sobre la calidad de vida, la movilidad y la supervivencia es considerable. En este contexto, el ejercicio físico emerge como una herramienta clave, no solo para mejorar la densidad mineral ósea (DMO), sino también para reducir el riesgo de caídas y mejorar la estructura ósea.

El artículo revisa la evidencia reciente sobre el papel del ejercicio en la salud ósea de mujeres posmenopáusicas, centrándose en tres ámbitos: la prevención de caídas, el aumento de la DMO y la reducción del riesgo de fractura. Asimismo, explora los mecanismos fisiológicos que explican los efectos osteogénicos del ejercicio y las nuevas líneas de investigación que podrían potenciar sus beneficios.

Ejercicio y prevención de caídas

Más del 90% de las fracturas de cadera por fragilidad ocurren a consecuencia de una caída. Por ello, las intervenciones de ejercicio orientadas a mejorar el equilibrio y la función son fundamentales. Una revisión Cochrane que incluyó 116 ensayos clínicos aleatorizados con más de 25.000 adultos mayores (74% mujeres) mostró una reducción del 23% en la tasa de caídas en comparación con la atención habitual. Las reducciones fueron consistentes en torno al 20–30% en otros metaanálisis.

Los programas más eficaces son los multimodales, que combinan ejercicios de equilibrio, fuerza y función, realizados al menos 1,5 a 3 horas semanales durante 3–6 meses. Aunque aún no se ha establecido una prescripción óptima, se reconoce que los ejercicios que desafían el equilibrio y reproducen situaciones de la vida real son los más efectivos. La adherencia y la supervisión son determinantes para mantener el efecto a largo plazo, aunque algunos estudios sugieren que los beneficios tienden a disminuir si el entrenamiento se interrumpe.

Las intervenciones telemáticas, aunque prometedoras para personas frágiles o con limitaciones de movilidad, aún muestran efectos modestos sobre la función y requieren más investigación.

Ejercicio y densidad mineral ósea

Entrenamiento de fuerza e impacto de alta intensidad (HiRIT)

Los principios de carga osteogénica, derivados de estudios en animales, indican que los mayores beneficios sobre el hueso se logran aplicando cargas elevadas y rápidas en posiciones con soporte de peso. El entrenamiento de alta intensidad —que combina ejercicios de fuerza con cargas >80% del 1RM y ejercicios de impacto con fuerzas >4 veces el peso corporal— se perfila como el más eficaz para aumentar la DMO en la columna lumbar.

Metaanálisis recientes confirman aumentos del 2–3% en la DMO lumbar con este tipo de programas, mientras que los ejercicios de intensidad moderada o baja (caminar, nadar, ciclismo) no muestran beneficios significativos. Los programas HiRIT, además, se consideran seguros y bien tolerados cuando se realizan bajo supervisión y con progresión individualizada.

Evidencia clínica

Ensayos como LIFTMOR y MEDEX-OP demostraron que ocho meses de entrenamiento HiRIT aumentan la DMO lumbar entre un 2% y un 4%, con adherencias superiores al 80%. Los ejercicios más efectivos son aquellos que implican la carga de la columna y el tren inferior, como peso muerto, sentadillas y press militar, complementados con saltos o caídas controladas desde barra. La respuesta osteogénica guarda relación directa con la magnitud de la carga aplicada.

En cambio, la DMO de cadera suele mantenerse estable, aunque análisis tridimensionales han revelado mejoras estructurales (mayor grosor cortical y volumen trabecular) que podrían aumentar la resistencia del cuello femoral sin reflejarse en la DMO areal medida por DXA.

Mantenimiento y desentrenamiento

Existen pocas investigaciones sobre la persistencia de los beneficios. Algunos estudios muestran que la DMO lumbar puede disminuir si se reduce la frecuencia del ejercicio, mientras que la ganancia femoral se mantiene parcialmente. Tras la interrupción completa del entrenamiento, la DMO tiende a regresar a valores basales en aproximadamente 12 meses. Se desconoce aún la frecuencia mínima necesaria para mantener los beneficios en mujeres mayores.

Ejercicio y riesgo de fracturas

Aunque ningún ensayo ha sido lo suficientemente grande o duradero para demostrar de manera definitiva una reducción de fracturas, los metaanálisis sugieren que los programas de ejercicio pueden disminuir entre un 20 y 30% las fracturas por caídas. Los beneficios parecen mayores cuando los programas combinan equilibrio, función y entrenamiento de fuerza, especialmente si son supervisados. Sin embargo, la heterogeneidad metodológica y la falta de información sobre la intensidad de entrenamiento limitan las conclusiones.

Seguridad del HiRIT

Históricamente se consideró riesgoso aplicar cargas elevadas en mujeres con osteoporosis. Sin embargo, los ensayos recientes evidencian que, bajo supervisión profesional, el HiRIT es seguro incluso en mujeres con fracturas vertebrales previas. En el estudio LIFTMOR, ningún caso presentó nuevas fracturas o agravamiento de la cifosis tras 8 meses de entrenamiento. Los principios de seguridad incluyen la supervisión cercana, la técnica correcta, la progresión gradual y la individualización del programa.

Aun así, no existen datos sobre la seguridad de HiRIT en mujeres con fracturas recientes (<12 meses). En estas pacientes, la evidencia se limita a programas de resistencia y equilibrio de menor intensidad, que mejoran la movilidad, el dolor y la calidad de vida sin aumentar el riesgo de refracturas.

Mecanismos fisiológicos del efecto osteogénico

Mecanotransducción ósea y señalización Wnt

El hueso responde a la carga mecánica mediante la mecanotransducción, proceso por el cual los osteocitos —células mecanosensoras del hueso— detectan el estrés mecánico y activan vías moleculares que estimulan la formación ósea. La vía Wnt/β-catenina juega un papel central: la carga reduce la expresión de SOST (gen que codifica la esclerostina), liberando la señalización Wnt y promoviendo la diferenciación osteoblástica. En modelos animales, el envejecimiento deteriora esta red canalicular, pero los estudios en mujeres posmenopáusicas muestran que la respuesta osteogénica a cargas elevadas se mantiene.

Comunicación músculo-hueso

El músculo libera mioquinas (como miostatina, irisin e IL-6) y vesículas extracelulares pequeñas (sEVs) que pueden modular la remodelación ósea, actuando sobre osteoblastos y osteoclastos. Aunque la mayoría de los estudios sobre estas interacciones se han realizado en hombres jóvenes, se sugiere que el ejercicio de fuerza podría inducir cambios similares en mujeres posmenopáusicas, lo que abriría nuevas vías terapéuticas.

Combinación de ejercicio con farmacoterapia

Los estudios que combinaron ejercicio moderado con fármacos antirresortivos no mostraron beneficios adicionales sobre la DMO, posiblemente por la baja intensidad de los programas. En cambio, la combinación de ejercicio osteogénico con tratamientos osteoanabólicos, como romosozumab (anticuerpo anti-esclerostina), podría tener efectos aditivos, ya que ambos actúan sobre la vía Wnt. Estudios en modelos animales han mostrado respuestas osteogénicas potenciadas cuando se combina carga mecánica con inhibición de la esclerostina. En humanos, la evidencia preliminar es limitada, pero ensayos como el ROLEX-DUO buscan confirmar esta hipótesis en mujeres posmenopáusicas con baja masa ósea.

Ejercicio de fuerza en el contexto de la pérdida de peso

La pérdida de peso, tanto por dieta como por farmacoterapia (e.g., agonistas de GLP-1), puede provocar pérdidas de masa magra y ósea significativas. El entrenamiento de fuerza, por su capacidad para preservar músculo y DMO, se considera una intervención esencial durante los tratamientos de adelgazamiento. Ensayos recientes muestran que combinar ejercicio de fuerza y resistencia con fármacos como liraglutida ayuda a mantener la masa ósea en mujeres posmenopáusicas con obesidad y osteopenia.

Conclusiones

El ejercicio físico constituye una estrategia fundamental para la salud ósea posmenopáusica. Los programas que incluyen ejercicios de equilibrio reducen las caídas, mientras que el entrenamiento de fuerza e impacto de alta intensidad (HiRIT) estimula la formación ósea en la columna lumbar y mejora la estructura femoral sin comprometer la seguridad. Persisten interrogantes sobre la duración óptima, la frecuencia necesaria para mantener los beneficios y la mejor forma de combinarlo con la farmacoterapia.

El futuro de la prevención y el tratamiento de la osteoporosis probablemente dependa de un enfoque interdisciplinar que integre ejercicio supervisado, farmacología avanzada y una comprensión más profunda de los mecanismos biológicos que conectan músculo, hueso y carga mecánica.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/10/Exercise-for-Postmenopausal-Bone-Health.pdf

Referencia completa:

Kumar S, Smith C, Clifton-Bligh RJ, Beck BR, Girgis CM. Exercise for Postmenopausal Bone Health – Can We Raise the Bar? Curr Osteoporos Rep. 2025 Apr 10;23(1):20. doi: 10.1007/s11914-025-00912-7.

Ver fuente