Piedras como papel arrugado en la costa de Lugo

Si jugamos a “piedra, papel o tijera” y señalamos los acantilados gallegos de Morás, ¿qué elemento hemos elegido? Puede dar lugar a dos interpretaciones. Y es que, aunque se trate de rocas pegadas al mar… ¡Parece como si fueran hojas de papel arrugadas! Por algo se conocen como “acantilados de papel”.
¿Dónde se puede ver este curioso paisaje? Ni en Rías Altas ni en Rías Baixas. Estas singulares formaciones geológicas están en una de las zonas menos conocidas de la costa gallega: el municipio de Xove, en A Mariña Lucencese. Nos acercamos a un rincón en el que la Galicia verde se asoma al mar.
¿Por qué las rocas de Morás parecen de papel?
Los acantilados de Morás o “acantilados de papel” parecen haber sido elaborados por una persona japonesa haciendo un origami. Pero no, son rocas y, por lo tanto, difícilmente moldeables. Han adquirido estas peculiares formas debido a los procesos erosivos. Son graníticas, de origen magmático, y se originaron por el intenso calor que se generó tras el importante choque de dos supercontinentes hace 318 millones de años: Laurasia y Gondwana. Es la colisión que dio lugar a la famosa Pangea o continente único.

El magma originado se enfrió muy lentamente a más de 10 kilómetros de profundidad y acabó formando siluetas caprichosas en este acantilado del noreste del concejo de Xove, en la provincia de Lugo, muy cerca del puerto de Morás. Fruto de esa cocción rocosa a fuego lento a lo largo de los siglos, hoy se pueden ver con claridad los diferentes minerales que forman el granito: cuarzo, feldespato y micas blanca y negra, así como pegmatitas, que son unos cuerpos lineales y estrechos con cristales. Las formaciones alcanzan unos 40 metros de altura.
Y, ¿por qué parecen un papel arrugado? Se explica por la interacción de las microgotas de agua salada que transporta la brisa marina con los minerales del granito. Vamos, como si aplicáramos un spray sobre ellas con agua de mar: ese contacto provoca la rotura al cristalizar la sal, generando esa especie de pliegues, dobleces y lo que nos permita ver la imaginación.
Un patrimonio industrial marcado por los balleneros y los dolos
Los “acantilados de papel” no son una joya natural aislada. Se encuentran en un precioso conjunto que merece la pena conocer y que está compuesto por la punta Morás, su puerto, un parque etnográfico e islotes que están en una zona protegida medioambientalmente.

El puerto de Morás tiene una interesante historia, ya que fue uno de los balleneros de A Mariña Lucense durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII. Desde aquí salían las armadas hacia la caza de ballenas que pasaban por esta parte de la costa Cantábrica durante sus migraciones. En el siglo XX se recuperó esta actividad con la construcción de la factoría ballenera de Morás, aunque no duró mucho tiempo en activo: de 1965 hasta 1977.
Después se derribaron las instalaciones y, en la actualidad, por aquí discurre una senda peatonal muy agradable. Tiene vistas privilegiadas y pasa por un parque etnográfico con paneles explicativos que recuerdan la historia ballenera del lugar. Un vestigio del pasado que sí se puede contemplar hoy día es la antigua rampa de izado de los cetáceos.

Otro emblema del patrimonio industrial de la zona son los “dolos” de Morás, unos grandes bloques de hormigón armado que se emplean en la construcción de espigones o como protección de playas y puertos. En Xove hay tantos esparcidos porque aquí estaba uno de los dos centros dedicados a la elaboración de estas estructuras. El parque etnográfico también explica el origen de estas curiosas construcciones.
Una ruta para recorrer la costa lucense a pie o en bici
La belleza del paisaje que rodea los “acantilados de papel” de Lugo se completa con unos islotes que están protegidos medioambientalmente (forman parte de una costa que es Zona Especial de Conservación, ZEC; y Zona de Especial Protección para las Aves, ZEPA). Al este están los islotes Farallóns; mientras que hacia el oeste, se encuentran el islote de Ansarón —conocido por su pulpo de roca y por sus percebes— y Las Salseiras, además de un mirador que permite contemplarlos en medio de la fiereza del mar Cantábrico.

Una buena forma de pasar horas junto una postal tan impactante es siguiendo un sendero que recorre la costa lucense: el Camino Natural de la Ruta del Cantábrico. Son 130 kilómetros entre Lugo y A Coruña que se reparten en 6 etapas para hacer a pie o en bici. Pasa por ciudades fascinantes como Ribadeo y Viveiro, conjuntos histórico-artísticos y puertos como Foz, Burela, San Cibrao, O Vicedo o el de Morás, con su peculiar geología y su patrimonio industrial. Se puede hacer en pequeños tramos gracias a la flexibilidad que ofrece la línea de tren FEVE que va de Ferrol a Gijón y que permite volver al punto de origen, ya que cuenta con muchas estaciones a lo largo del recorrido. Aquí te puedes descargar la ruta completa.
Percebes y fabas: gastronomía marcada por el mar y la montaña
Es imposible ir a Galicia sin hacer planes gastronómicos. A Mariña Lucense es, además, un territorio privilegiado con productos de primera calidad entre el mar y la montaña. No hay que irse sin probar la merluza de pincho de Celeiro, con sello Galicia Calidade; el bonito del norte de Burela, que se captura de forma tradicional, es decir, con anzuelo; los percebes de Rinlo, donde en agosto se celebra una fiesta alrededor de este pequeño manjar del mar; así como el erizo de mar, las coquinas, el bogavante, el pulpo o la nécora.

Y como frente al mar de Lugo se alza la montaña con profundos valles, también se pueden degustar platos elaborados con productos agrícolas y ganaderos de proximidad, como las carnes de ternera gallega o cachena, el cerdo celta o los grelos. Un plato que hay que probar, especialmente en días fríos, son las fabas de Lourenzá, típicas de A Mariña Lucense y con Denominación de Origen Protegida. Existe hasta una experiencia gastroturística alrededor de ellas: la Ruta da Faba de Lourenzá, que combina arte, naturaleza, gastronomía y cultura local. Incluye visitas guiadas al patrimonio de la zona, degustaciones y paseos por plantaciones.
Periodista y aventurera. Me has podido leer en Escapada Rural, Diari Nosaltres La Veu, La Vanguardia, El Salto y otros medios. Habitante y amante de las zonas rurales, sea cual sea el destino. Procuro escaparme una vez por semana con las botas de montaña, el arnés o el neopreno. También soy un intento de baserritarra.