Ya en Netflix el aclamado thriller que aspira a ser la siguiente ‘Oppenheimer’ y que tiene varios de los momentos más tensos del año
Los códigos de un género como el thriller son reconocibles, y han sido ampliamente replicados por el puro cine de entretenimiento. Pero existen en el mismo autores muy distinguidos, que alteran la atmósfera, el tono, el enfoque o el mensaje comunicado hasta el punto donde se vuelven referencia ellos mismos. Kathryn Bigelow entra en esa categoría justo por modificar todas las áreas.
Nada mal para alguien que durante mucho tiempo se movió en la rigidez del sistema de estudios, y que durante tiempo fue acusada de ser estilo sobre sustancia. Su “reinvención” política y cuasi-documental con ‘En tierra hostil’ cambió esa narrativa, a pesar de que toda su carrera está marcada por indagar en la violencia y cómo es utilizada (a menudo con fines precisamente políticos) y las estructuras de poder en la que se tienen que mover sus protagonistas.
De esta explosión no se salva nadie
Todo se mantiene en ‘Una casa llena de dinamita’, su última obra que viene aclamado de su paso por festivales así como de su limitado paso por salas de cine. Ahora se estrena en Netflix como corresponde para cualquier producción original o adquirida por la plataforma de streaming. A priori, debería captar bastante atención por el género en el que se mueve y la atención en materia de premios que puede atesorar.
En la película, vemos como Estados Unidos se encuentra con la inesperada amenaza de un misil nuclear de origen desconocido que pone en riesgo varias áreas importantes. Desde la Casa Blanca y el Pentágono empieza un despliegue a contrarreloj para intentar neutralizar el peligro, identificar al atacante y estudiar las represalias a tomar.
La película tiene un claro regusto de haber nacido al calor del fenómeno de ‘Oppenheimer’, un éxito de taquilla y de prestigio donde Christopher Nolan trató de revivir la ansiedad por el pánico a una catástrofe nuclear por la proliferación de armas. Bigelow es un par de generaciones mayor que Nolan, pero claramente siguió criándose en un Occidente tenso por el desarrollo de misiles capaces de generar destrucción masiva en cuestión de segundos. Los protocolos ante una posible caída de bomba atómica fueron una norma hasta en colegios durante la duración de la guerra fría.
‘Una casa llena de dinamita’: qué hacer ante lo inevitable


Marcada por ese temor y también por magistrales obras como ‘Punto límite’, Bigelow emplea sus armas de thriller casi documental para mostrar cómo se procedería en caso de un ataque nuclear sorpresivo hacia terreno estadounidense. Lo hace en una ventana de tiempo muy limitada, pero repetida para entrar en las diferentes áreas de gestión y ejecución ante emergencias, así como a los propios representantes del poder gubernamental. Es una reiteración completamente intencionada para enfatizar en el carácter casi inevitable de catástrofe en una alarma así.
Es una manera de estructurar la película valiente, aunque arriesgada. Los primeros 30 o 40 minutos, donde se nos presenta todo el conflicto, es un ejercicio de tensión magistral con el que arañar el asiento todo el rato. Pura artesanía de una maestra en este arte, que es capaz de mantener flotando el peligro de manera terrorífica mientras sigue haciendo zoom en las personas que se encuentran en esta situación. Se vuelve un problema cuando la acción se reinicia un par de veces para explorar otras perspectivas que, realmente, están reincidiendo en casi lo mismo. Además de perder el increíble ancla que supone Rebecca Ferguson, la mejor intérprete del elenco.
La mayor novedad es los siguientes actos está en examinar tomas de decisiones, asumiendo lo inevitable de la catástrofe, y trata de agarrarse a actores de talento como Jason Clarke, Tracy Letts o Idris Elba para que el espectador siga recibiendo tensión y adrenalina. El problema es que queda la sensación de que podría haberse conseguido el mismo efecto colocando todo de manera lineal, renunciando a un formato que está generando más trabas que realzamiento de la historia, y eliminando un par de subtramas de personajes secundarios para hacerlo todo más dinámico. Habría conseguido aterrizar mejor un final interesante en sus implicaciones y cuestiones, aunque potencialmente controvertido. Es un terrible destino para lo que parecía material para un magnum opus de una genia en lo suyo.
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