A las derrotas se responde con fútbol en lugar de golpes

Aprender a sufrir y asimilar con seriedad los reveses que depara el fútbol también debe ser parte de la educación deportiva que está en la obligación de aportar el cuerpo técnico a los chamos de la Vinotinto sub-17, especialmente tras el golpe anímico sufrido por la inesperada goleada recibida ante Colombia. De allí que resulta indefendible, bajo ninguna circunstancia, que miembros del equipo de entrenadores que comanda Oswaldo Vizcarrondo haya respondido a las provocaciones de los jugadores de Colombia, liándose a trompadas como salvajes.
Esta selección ha sido un bálsamo para el fútbol nacional, no solo por haber clasificado al Mundial de Catar de noviembre, de forma directa, sin necesidad de repechaje, sino por la manera tan trabajada que exhibió en la conquista de ese objetivo. En los cuatro partidos del grupo en los triunfos ante Bolivia (2-0) y Ecuador (1-0), en la agónica derrota ante Brasil (0-1) y en el soberbio empate en tiempo adicional (2-2) contra Uruguay, el equipo de Vizcarrondo exhibió un juego elaborado desde el fondo de la cancha.
Nada de salir en largo con un saque del arquero o tirar pelotazos para saltar líneas de presión. Vizcarrondo ha depurado el gusto de los chamos. Los educó en la escuela guardioliana de salir tocando con clase para avanzar de forma combinada, procurando encontrar siempre el espacio y al hombre libre para desbordar y generar situaciones de peligro.
El revés ante Colombia reveló, como suele ocurrir con las goleadas, los puntos más flacos del equipo. En el primer gol cafetero hubo una excesiva confianza para adornarse con un túnel que no aportaba nada sino que comprometió a la defensa facilitando el contragolpe fulminate, y en el resto de los tantos quedó en evidencia la flagrante superioridad física de los colombianos que ganaron los duelos individuales a punta de velocidad y potencia.
Pero este revés en nanda disminuye el trabajo de formación técnica y táctica de Vizcarrondo. El técnico eligió el camino más complejo de la elaboración y la inventiva. Esos valores del fútbol inteligente también debe reflejarse en los momentos oscuros. A los amargos reveses hay que responder sin peleas ni golpes, sino con un fútbol más excelso.
Diego Claut es talento y efectividad
Pocos delanteros en el fútbol nacional pueden exhibir el abanico de recursos que posee Diego Claut, el centrodelantero de la Vinotinto sub-17. No es un atacante potente de los que se abren camino en el área con más músculos que habilidad. Las virtudes del delantero del Deportivo Miranda de la segunda división son otras. Tiene una gran inteligencia para escabullirse de los defensas con movimientos rápidos e indescifrables. Intuye cuando hay que caer al espacio y por allí realiza sus desmarques de ruptura para evitar el fuera de juego y recibir el balón en el lugar que precisa el remate.
Ninguno de los cuatro goles de Claut ha sido producto de una feliz carambola de un balón suelto en el área que solo requería un empujón. Ha conseguido sus anotaciones derrochando clase aprovechando la mínima oportunidad para castigar. La efectividad de Claut debe ser una de las más altas en la historia de cualquier selección nacional, porque cada vez que ha disparado al arco el balón ha terminado en el fondo de la red o ha derivado en una parada de fotografía del arquero contrario.
La gerencia del Deportivo Miranda debe estar frotándose las manos. Tienen en sus filas al avanzado más promisorio del fútbol nacional, que puede hacer goles de pierna zurda, de derecha con un toque sutil o un bombazo de media distancia. A ello hay que agregar su sentido de ubicación para rematar de cabeza. Esperemos que su progresión no se detenga.
La larga sequía de Lucas Cano acaba con la paciencia de la afición aurinegra
La contratación del argentino Lucas Cano por la gerencia del Deportivo Táchira estuvo llena de bombos y plantillas que pusieron sobre los hombres del atacante la responsabilidad de convertirse en el artillero letal que el cuadro aurinegro no había tenido en las últimas temporadas. Después de 10 jornadas en el torneo local y los dos choques en la Copa Libertadores saldados con sendas derrotas ante Flamengo 0-1 en Pueblo Nuevo y 2-0 de visitante contra Liga de Quito, el rendimiento del Cano es desconsolador.
Su producción goleadora es nula. Tiene cero tantos en ambos frentes de batalla y es razonable que la exigente afición del aurinegro esté decepcionada por un jugador del que esperaban un desempeño similar al de los 16 goles que anotó en 2024 con el Sport Huancayo en la Liga de Perú. El problema tal vez no estribe en Cano, sino en la narrativa que surgió desde la gerencia aurinegra de que habían fichado a un matador del área que rompería las redes de todos los equipos nacionales.
Pero la verdad de Cano hay que mirarla en sus cifras globales. Desde que inició su carrera en Argentinos Juniors en la temporada de 2011 nunca se destacó por su prolijidad de cara al arco. Sus números ofensivos más destacados en 15 años de carrera en la primera nacional (segunda división) de su país con Argentino Junior, Tucumán y Arsenal solo llegó a 6 goles en tres temporadas. Aumentó a 9 con el Güemes en 2024 y apenas con Huancayo tuvo un año de verdadero brillo en Perú, una liga venida a menos como reflejan los flojos resultados de sus equipos en copas internacionales. Todavía queda temporada para que el argentino calle bocas a punta de goles y se reivindique con la hinchada que no comulga con tanta sequía.