julio 20, 2025

Cambiaron el mapa del continente y lo pusieron boca arriba. Como no hay a quien reclamarle tamaño dislate, habrá que decir que fue la Inteligencia Artificial la gran culpable del desatino. Los inventos han llegado al extremo de modificar lo que la naturaleza quiso hacer, y poner a Brasil en el norte de América es un acto de esquizofrenia. Pero no, solo hablamos en el sentido figurado que el fútbol es capaz de construir. Nos referimos al Mundial de Clubes, y en el que los equipos brasileros dan nota alta.

Mientras los europeos dan bandazos, los clubes de Río de Janeiro y Sao Paulo cortan el monte y se abren paso hacia las mejores conquistas. Veamos entonces cómo van los brasileros para que este argumento tenga vida: han jugado doce partidos con sólo una derrota, la sentida por el Botafogo ante el Atlético de Madrid; lo demás, victorias e igualadas…

Y llama la atención esta insurgencia de los clubes del Amazonas, en tiempos en que su fútbol desdice de su historia y pone en entredicho los elogios hacia un “jogo bonito” que parece que ya no es tal. Flamengo, Botafogo, Palmeiras y Fluminense se están montando encima la responsabilidad de resarcir la fama y devolverle a más de doscientos millones de seres que habitan el inmenso país la certeza de su orgullo. Para los brasileros no hay fútbol en este mundo que siquiera se parezca al suyo, y no aceptan ser segundos. “A torcida” rubronegra, la del Flamengo y la más encendida de “A Cidade Maravilhosa”, hace sonar la más estruendosa “batucada”, porque, invictos, sueñan con subir al estrado del que nunca debió bajar su “Orden e Progresso”…

Después de la impresión inicial con los estadios repletos, hemos visto en el Mundial de Clubes graderíos desolados, con partidos jugados en ciudades indiferentes al universo futbolístico. En Charlotte, por citar una urbe, y en ocasión del Botafogo-Atlético de Madrid, la parte superior del estadio se veía casi vacía. Vale preguntarse: ¿podrá pasar esto también en el Mundial de selecciones, o serán estas soledades el eco de una política de inmigración que la gente siente traicionera y deshumanizada? Estados Unidos se ha hecho morada del fútbol: allá se disputan los clubes la supremacía de las canchas, en sus estadios se jugará la repesca, y luego, pues el propio Mundial.

Es un absolutismo sin grietas, y solo falta saber si habrá valido la pena tanta exclusividad. Existe en aquel país la ventaja de las multitudes llegadas desde los más disímiles lugares del planeta, y son ellos, en mayoría, los que en cada jornada traspasan los portones. Habrá que esperar a ver si, algún día, el “soccer” es capaz de conquistar al público estadounidense. Nos vemos por ahí.

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