mayo 24, 2025

Inteligencia contra voracidad – Líder en deportes

Bravura contra bravura, a palo contra palo, fue el partido del pasado sábado en Sevilla disputado entre Barcelona y Real Madrid. Y más que eso fue, en la sordidez del fútbol, en la trastienda de sudores y entregas generosas, el enfrentamiento entre la inteligencia contra la voracidad. Al comienzo, El Barsa llevó el partido a su teoría, atrajo al adversario hasta su corral para que se viera impotente ante tanto ingenio derramado.

Entonces, en su desespero, en sus urgencias, el Madrid sacó desde sus instintos la voracidad con la que arropó al enemigo, aquella tenacidad para no dejar pensar y llenar la cancha con un fútbol que en mucho hizo recordar el de los afanes en las partidas de barrio. Entonces, el fútbol se hizo fútbol, se vislumbraron dos concepciones de juego, y el Barcelona, como si en aquel instante se le fuera la vida, respondió, y respondió bien y con las mismas armas del adversario…

El partido fue también la vuelta al fútbol deseado, aquel que dejando en la cuneta del olvido aburridas concepciones tácticas, aquellos 4-4-2, 4-5-1 y todo ese enjambre que no se sabe hasta dónde respetan los jugadores, se rifó todo en el tratar de ver quién puede más. El gol de postguerra, de posteridad de Jules Koundé, fue el epílogo de un libro maravilloso, ese cierre soñado por todos aquellos que aún, y no obstante las adversidades, ven en el fútbol algo más allá, la redención del ser humano, la vuelta a las raíces de un deporte que cada día se desvía más hacia un universo creado por el mero hecho mercantil y que pareciera olvidar su imprescindible esencia.

El partido, pues, estuvo más allá de parcialidades y favoritismos, porque la naturaleza de competir con artes de ley, de querer ser mejor porque se es mejor, es una razón inalcanzable para aquellos que solo ven a su equipo sin admitir que el otro también es capaz. Bravo por el Barcelona, bravo por el Real Madrid…

El fútbol busca salidas. Imposibilitado de cambiar reglas, atenazado a preceptos ancestrales impuestos por sus raíces inglesas, inventa cosas como el Mundial cada dos años, el Mundial con 64 selecciones, el Mundial que no existe. Desde hace algún tiempo nos ha parecido que algunas modificaciones le harían un gran bien y le darían dinámica, porque su creciente difusión, su empeño en la conquista de nuevos mercados podría, por el natural cansancio humano, comenzar a decrecer, a dejar de ser parte fundamental de su cotidianidad. Hay propuestas, sí, pero todas han sido echadas a la gaveta del nunca más. ¿Qué tal el saque de banda con el pie?, ¿no sería una innovación refrescante y atractiva para viejo y nuevos púbicos?

Nos vemos por ahí.

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