Las dos caras de Savarino

Viendo jugar a Jefferson Savarino en el duelo del Botafogo contra el París Saint-Germain en el Mundial de Clubes con la personalidad de un mariscal de campo que dirige cada aspecto de la batalla, ordenando el juego a partir del control del balón, con la ductilidad de su golpeo de seda para cambiar el ritmo a su antojo y meter pases filtrados decisivos, como el que le sirvió en bandeja dorada a su compañero Igor Jesus, justo al espacio disponible entre los dos zagueros para que el delantero quedara de cara al arco y fusilara al arquero Donnarumma; salta de inmediato la interrogante de cuáles serán las razones que impiden al mediocampista zuliano ofrecer un desempeño similar cuando viste la casaca Vinotinto.
Savarino ha mostrado algunos chispazos de su categoría, como cuando anotó el tanto del empate 1-1 ante Perú en Lima y el pase gol que le dio a Telasco Segovia para que el larense igualara el marcador 1-1 en Maturín con Brasil. Pero de un jugador con tanta clase, que se pone al Botafogo en sus espaldas para derrotar al actual rey de la Champions League, se esperaría mucho más que pinceladas de su genio. Tal vez esa intermitencia en la Vinotinto sea producto de que el sistema de juego que emplea el técnico argentino Fernando “Bocha” Batista no le permite a Savarino desplegar todo sus atributos con el balón.
En la seleccón no es el general en jefe de la mitad del campo, porque el estilo de juego de escasa posesión, repliegue intenso y permanente lanzamientos en transiciones de velocidad que utiliza el “Bocha”, obligan a Savarino a cumplir otras funciones tácticas.
Tiene que ocupar más tiempo en realizar vigilancias defensivas, desdoblarse para cerrar líneas de pases o ayudar a los laterales para cubrir las bandas y evitar superioridades numéricas del rival en los avances; y, en consecuencia, su aporte ofensivo se ve limitado a esporádicas apariciones que hay que buscar con lupa.
En cambio, en Botafogo, vemos el rostro más reluciente y efectivo de su fútbol fantatista. Pide el balón, conduce el ataque y reparte las cartas con la picardía de un crupier de Las Vegas. Juega a sus anchas, porque tiene la confianza del técnico para dirigir la ofensiva del blanquinegro. Ese es el Savarino que quisiéramos disfrutar en la selección: el volante que se mueve con libertad y manda en la cancha; pero será difícil que eso ocurra en esta Vinotinto del contraataque en la que se pide más sacrificio que creatividad a los futbolistas.
Telasco creció más al lado de Messi
Lo hemos repetido desde que Telasco Segovia irrumpió en las filas del Deportivo Lara de Leo González: estamos en presencia del mediocampista con más recursos técnicos e inteligencia táctica del fútbol venezolano actual. Su habilidad con el balón es directamente proporcional a su sabiduría para moverse en el terreno sin la pelota. Cuando la tiene, Segovia puede conducir para sacarse rivales con sus amagues y fintas de quebrar cinturas o puede asociarse a un toque para triangular, armar paredes y derribar líneas defensivas.
Todas esas habilidades ya las tenía cuando se fue al Casa Pia de la primera división de Portugal, pero las ha refinando jugando al lado de Lionel Messi en el Inter Miami. Ser el compañero de uno de los más grandes futbolistas de cualquier época obliga a Telasco a tocar siempre con finura a un toque, pasando el balón redondito al espacio y en el tiempo justo. Ahora que su equipo está en el Mundial de Clubes se ha podido apreciar en su mayor dimensión las virtudes de Segovia.
En el primer partido del empate sin goles contra el Ashly fue uno de los que más aportó en el segundo tiempo, hasta que dejó el terreno en el minuto 71, ocupando las bandas para abrir la cancha con sus pases y generar situaciones de riesgo. Su mejor repetorio salió a relucir en el triunfo 2-1 ante Porto en la que se asoció con Messi para manejar el partido y cayó al espacio para anotar uno de los mejores goles del torneo.
La UCV de Sasso recuperó el sueño de ver a la tricolor brillar en su casa
Hace algún tiempo en este mismo espacio dedicamos unas líneas para reflexionar sobre la potencialidad que tenía la Universidad Central de Venezuela de convertirse en un club con arraigo y sobre todo aficionados en las tribunas en la Liga Futve. Son millones los estudiantes que han pasado por la principal universidad del país a lo largo de su riquísima historia y son miles los que actualmente se forman en la casa que vence las sombras.
A diferencia de otras instituciones deportivas de la Liga Futve que no se pueden identificar con un espacio específico ni con un público determinado para captar respaldo, porque son repúblicas aéreas, el cuadro tricolor tiene todo a disposición para crecer; porque, además, ya comienza a conseguir lo más importante para que un equipo sume seguidores: triunfos y títulos en su estantería.
Ver a nuestra querida universidad levantar su primer título después de 68 años de sequía fue una gran emoción para quienes pasamos por sus aulas de estudios, y en algún momento soñamos con que el estadio Olímpico volviera a vibrar con un equipo profesional que defendiera los colores y el inmemorial grito de aliento de ¡U-U-U-C-V! La conquista del título del Apertura al derrotar 1-0 al todo poderoso Deportivo Táchira, con el repaso táctico que dio el técnico Daniel Sasso, comandado por el argentino Francisco Solé cortando, recuperando y marcando el ritmo del partido es un primer paso para ir sumando seguidores, como lo demostró el hecho de llenar las tribunas y la grada central con una concurrencia impresionante que hizo enmudecer a la barra aurinegra El club de Sasso aprobó con notas altas en el Apertura; ahora solo le falta graduarse con toga y birrete ganando la estrella.