junio 25, 2025

Entrenamiento aeróbico o de fuerza durante la quimioterapia en mujeres con cáncer de mama

Diversos estudios han demostrado que el ejercicio físico puede mejorar el bienestar físico y mental, así como la calidad de vida de los pacientes con cáncer. Sin embargo, todavía se desconoce si el ejercicio puede tener un impacto directo sobre el tumor primario o sobre la eficacia del tratamiento oncológico. Estudios preclínicos han planteado que el ejercicio podría interferir en la progresión tumoral mediante mecanismos como la modulación del metabolismo tumoral, la respuesta inmune, la apoptosis, la síntesis y reparación del ADN, o facilitando la entrega de fármacos quimioterápicos. A pesar de estos hallazgos, los estudios clínicos sobre el impacto directo del ejercicio sobre el tumor son escasos.

La quimioterapia neoadyuvante (NACT), aplicada antes de la cirugía del tumor, ofrece una oportunidad ideal para evaluar cambios en el tamaño tumoral y otros desenlaces clínicos. En este contexto, dos desenlaces comunes son:

  1. Reducción del tamaño tumoral.
  2. Respuesta patológica completa (pCR): definida como la ausencia total de tumor invasivo en mama y ganglios axilares tras NACT.

La pCR se asocia con un mejor pronóstico y permite optar por cirugías menos invasivas, como la cirugía conservadora de mama y evitar la disección ganglionar axilar (ALND), procedimientos que están asociados con menos dolor, morbilidad y mejor calidad de vida. Además, la adherencia al tratamiento quimioterápico y la intensidad relativa de dosis (RDI) son indicadores importantes de eficacia terapéutica. Una RDI inferior al 85% se asocia con peores resultados oncológicos.

Aunque algunos estudios observacionales han explorado la relación entre actividad física durante la NACT y desenlaces clínicos como la pCR o la finalización del tratamiento, los resultados han sido contradictorios. Solo tres ensayos clínicos aleatorizados han abordado directamente el impacto del ejercicio durante la NACT, con resultados también inconclusos.

Por ello, se diseñó el ensayo BENEFIT para estudiar si el ejercicio aeróbico o de fuerza, realizado durante la NACT, influye en la respuesta tumoral, pCR, tipo de cirugía, necesidad de ALND, cumplimiento de la quimioterapia y RDI, considerando además el subtipo tumoral según receptores hormonales (HR) y HER2.

El ensayo BENEFIT no encontró diferencias significativas globales en la reducción del tamaño tumoral entre los grupos de ejercicio (aeróbico o de fuerza) y el grupo control. Sin embargo, al analizar los resultados por subgrupos de pacientes según el estado del receptor hormonal (HR), se observaron diferencias relevantes:

  • En pacientes con tumores HR+ (receptores hormonales positivos), el ejercicio aeróbico se asoció con una mayor reducción del tamaño tumoral, mayor probabilidad de pCR y menor necesidad de ALND en comparación con el grupo control. El entrenamiento de fuerza mostró efectos similares pero algo menos marcados.
  • En pacientes con tumores HR−, el ejercicio (especialmente el aeróbico) se asoció con una mayor probabilidad de mantener una RDI ≥85%, lo cual es clínicamente importante porque mejora la eficacia del tratamiento y el pronóstico. La fuerza muscular y la composición corporal parecen jugar un papel clave en la tolerancia a la quimioterapia.

Independientemente del subtipo tumoral, los grupos de ejercicio mostraron menores tasas de abandono prematuro de la quimioterapia en comparación con el grupo control. Esta reducción en la interrupción temprana del tratamiento es un hallazgo clínico relevante.

Los mecanismos fisiológicos detrás de estos efectos aún no están completamente aclarados. Se postula que el ejercicio puede:

  • Reducir niveles de hormonas esteroides como estrógenos y andrógenos, lo que podría explicar sus efectos específicos en tumores HR+.
  • Mejorar el microambiente tumoral, reduciendo hipoxia y aumentando la perfusión, lo cual puede mejorar la efectividad de la quimioterapia, especialmente en tumores poco vascularizados.
  • Estimular la respuesta inmune, especialmente la actividad de las células natural killer.
  • Inducir tensiones mecánicas y secreción de citoquinas que modulan la biología tumoral.

Además, los beneficios del ejercicio no parecen estar mediados por mejoras en la adherencia o la RDI en el grupo HR+, lo que sugiere mecanismos independientes.

En estudios anteriores, como el ensayo LEANer, también se observó una mayor pCR en mujeres con cáncer de mama HR+/HER2− que realizaron un programa combinado de ejercicio y nutrición, lo que refuerza los hallazgos del BENEFIT. En cambio, otros ensayos, como el MMGOT, no encontraron diferencias significativas en la pCR, lo que podría explicarse por diferencias en diseño, duración del entrenamiento o tipos de ejercicio.

En cuanto a la tolerancia al tratamiento, los efectos del ejercicio en la mejora de la masa muscular, la reducción de toxicidades y la mejora del estado funcional pueden contribuir a que los pacientes completen la quimioterapia. Estos beneficios son especialmente notables en pacientes con tumores HR−, que suelen recibir regímenes más agresivos.

Desde la perspectiva clínica, estos hallazgos tienen implicaciones importantes. La reducción del tamaño tumoral y de la necesidad de ALND permite optar por tratamientos quirúrgicos menos invasivos, con menores secuelas físicas y emocionales. La mejora en la adherencia a la quimioterapia y la prevención de bajas RDI también contribuyen a mejorar la supervivencia y el control del cáncer.

No obstante, el estudio tiene limitaciones. El tamaño muestral fue limitado y las tasas de adherencia al programa de ejercicio fueron relativamente bajas (sólo el 12-13% de los participantes completó el 75% de las sesiones). Además, el diseño no permite comparar directamente la eficacia relativa del ejercicio aeróbico versus el de fuerza. También existe cierta heterogeneidad en los tratamientos oncológicos recibidos, lo cual podría introducir sesgos.

Aun así, el BENEFIT es el ensayo clínico aleatorizado más grande hasta la fecha que evalúa los efectos del ejercicio durante la NACT sobre resultados clínicos directos como la respuesta tumoral. Su diseño permite extraer recomendaciones prácticas: tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza pueden considerarse intervenciones seguras y potencialmente eficaces para mejorar desenlaces clínicos importantes durante la NACT en cáncer de mama. La elección del tipo de ejercicio puede basarse en las preferencias del paciente, con el objetivo de optimizar la adherencia.

Conclusión

El ejercicio físico supervisado, tanto aeróbico como de fuerza, realizado durante la quimioterapia neoadyuvante en mujeres con cáncer de mama:

  • No modificó el tamaño tumoral de forma significativa en el análisis general.
  • Mostró beneficios en la reducción tumoral, la pCR y la necesidad de ALND en pacientes con tumores HR+.
  • Aumentó la RDI en pacientes con tumores HR−.
  • Redujo la tasa de interrupción temprana del tratamiento en todos los subgrupos.

Estos hallazgos refuerzan la necesidad de incluir programas de ejercicio supervisado durante la NACT, individualizando la prescripción según las características tumorales y las preferencias del paciente. Ensayos más amplios son necesarios para confirmar y ampliar estas observaciones.

Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/06/Effects-of-aerobic-or-resistance-exercise-during.pdf

Referencia completa

Schmidt ME, Goldschmidt S, Kreutz C, Müller J, Schneeweiss A, May AM, Rosenberger F, Wiskemann J, Steindorf K. Effects of aerobic or resistance exercise during neoadjuvant chemotherapy on tumor response and therapy completion in women with breast cancer: The randomized controlled BENEFIT trial. J Sport Health Sci. 2025 May 28:101064. doi: 10.1016/j.jshs.2025.101064.

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