La Vinotinto sub-17 mostró carácter para reaccionar

Todo lo bueno que venía mostrando la selección Vinotinto sub-17 de Oswaldo Vizcarrondo en el Suramericano de Colombia se reconfirmó con otro atributo que acrecenta su elaborada dinámica de juego: carácter. El boleto directo al Mundial de Catar lo consiguieron estos chamos en un partido muy bravo, donde además de la calidad futbolística, sello de identidad de esta orquesta, compuesta por primeros violines, había que hacer gala de personalidad, temple y fortaleza sicológica. Al golpe que sufrieron el jueves, tras caer inmerecidamente ante Brasil se sumó la reacción charrúa, que apretó a Venezuela, la hizo sufrir hasta lo indecible y la obligó a echar mano del coraje para conseguir un empate fulgurante en el último segundo del choque.
Es cierto que Vizcarrondo corrió un riesgo planificado al darle descanso a cinco de sus principales figuras, entre ellos a Henry Díaz, imprescindible armador de juego, una suerte de Pedri tropical, que hace todo bien en el terreno. Sin su primer violín en acción, la Vinotinto perdió el control del juego, no supo que hacer con el balón y ejerció una inocua posesión, carente de ritmo, profundidad y llegadas con peligro al arco de la celeste.
Por primera vez en tres partidos de implacable orden para atacar y defender con total eficacia, Venezuela se complicó cuando Uruguay lanzó balones de largo recorrido a las espaldas de los zagueros, que dos veces perdieron las marcas y llegaron tarde para reducir los espacios, facilitando los goles de Alexander Dos Santos y Francisco Fernández.
Otro equipo se hubiera desmoronado, pero estos chamos les sobra fútbol y temperamento. El ingreso de Henry Díaz en la segunda parte cambió las manos al juego. La nueva figura del Monagas es un relojito para marcar el tiempo y determinar con un quiebre o con un pase gourmet entre líneas, como el que le metió a Diego Claut, cómo es que se reparten las cartas. Venezuela remontó con la efectividad de su delantero para capitalizar un error, y luego con la dinámica contagiosa de Díaz. Su sociedad con Juan Camilo Uribe derivó en ese segundo tanto de antología para igualar y sellar el boleto a Catar. Es la mejor selección Vinotinto de los últimos tiempos y su irreverencia ya los hizo mundialistas.
Vizcarrondo es un DT que convence
Oswaldo Vizcarrondo siempre fue un tipo distinto desde que se inició en las selecciones menores sub-17 de la mano del fallecido entrenador y caza talentos a lo largo y ancho del país, Lino Alonso. En las canchas de La Guacamaya lo vimos por primera vez como uno de los referentes del equipo que disputó el Suramericano de Arequipa 2001, donde venció a Argentina y Uruguay para avanzar a la fase final en la que culminó de cuarta.
Entonces, era una promesa que jugaba en el Colegio Loyola y sus padres no sabían si el futuro del Vizca estaba en el inestable fútbol venezolano o en una carrera universitaria como se esperaba de un chamo que estudiaba en uno de los colegios élite de la capital.
Pero al bajarse del avión que los trajo de Perú, Vizcarrondo ya estaba en la mira del Caracas FC que aseguró su firma porque veía en la elegancia y presencia del prometedor central al posible sustituto de José Manuel Rey. Desde entonces, Vizcarrondo creció como jugador y en la sub-17 está demostrando que es un DT distinto. En poco tiempo con la selección junior le dio una identidad de juego, que parte del convencimiento absoluto para controlar el balón desde la salida y elaborar juego asociado. La Federación Venezolana de Fútbol debería desde ya ampliarle el contrato y dejarlo al frente también de la sub-20. Vizcarrondo es el técnico del futuro, no extrañará verlo algún día dirigir a la selección mayor.