Malas rachas son parte del camino

Hay una magia especial en las remontadas o el despertar de un jugador específico, ese momento en el que todo vuelve a su cauce y son capaces de reponerse a los tropiezos. Pero para llegar ahí hay que fallar, reinventarse, pero sobre todo no dejar de intentar. Eso es lo que le toca ahora mismo a Jesús Luzardo, que después de dos meses de mucho dominio ha sufrido un par de caídas estrepitosas, que para muchos reviven los fantasmas del pasado. No hay otra opción posible, hay que ver los vídeos, analizar cada turno y volver a intentarlo.
Claro que habrá quienes digan que el de ahora, que tiene una efectividad de 4.46, es el de siempre. Pero eso sería desconocer lo buenas que fueron sus primeras 11 salidas del año, no estamos hablando de dos o tres, sino de 11. Eso no puede ser suerte. En abril hizo cinco presentaciones, dejó récord de 2-0 y una excelsa efectividad de 1.44, todo esto después de 31 innings y un tercio de labor, en los que permitió solo cinco carreras limpias, entregó ocho boletos y ponchó a 30 contrarios. En mayo, antes de esa última salida en la que empezó su “debacle”, tenía una efectividad de 2.68, igualmente tras cinco apariciones, de las cuales ganó dos y se fue sin decisión en las otras tres.
Fue entonces el juego del 31 de mayo, ante los Cerveceros de Milwaukee, el que lo cambió todo. Le fabricaron cuatro carreras en el primer inning, tres de ellas por un jonrón de Rhys Hoskins, y -aunque pudo reponerse y colgar el cero en las dos entradas siguientes- la debacle fue inminente en el cuarto. Un balk después de que le anotaran la quinta rayita fue una clara señal de que ya no estaba en el juego y, lamentablemente, no lo sacaron sino hasta después de que le fabricaron siete carreras más. Terminó con una labor de tres innings y un tercio de 12 anotaciones, eso elevó su efectividad del mes a 5.56 y lo que es peor -claramente- socavó su confianza.
Él, que es bastante supersticioso, hizo algunos ajustes, de hecho recogió su cabello, y no, no es un comentario al aire, anteriormente había dicho que con el cabello largo y suelto le estaba yendo tan bien que seguramente lo dejaría crecer hasta octubre. Al primer fallo lo recogió. No funcionó porque en su siguiente salida, la primera de junio, toleró ocho carreras en dos innings y un tercio. Pero estoy segura que seguirá buscando la forma de que funcione. Con ajustes dentro y fuera del terreno. Claramente, no es un muchacho que se dé por vencido. Ha lidiado, durante años, con el peso de ser un súper prospecto que no terminaba de brillar y ahora que parecía haberlo conseguido, ¿creen ustedes que se va a rendir?… lo dudó mucho.
Ya este año mostró todo lo que se esperaba de él, un buen comando, buena localización, control absoluto de sus lanzamientos. Ahora mismo sabe que algo se le está escapando, lo busca una y otra vez en los videos y está empeñado en corregirlo.
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