Ángulo de fase en mujeres con cáncer de mama

El cáncer de mama es el tipo de cáncer más diagnosticado a nivel mundial, representando el 11,6% de todos los nuevos casos. Aunque los avances médicos han incrementado las tasas de supervivencia, los tratamientos y la enfermedad en sí provocan cambios desfavorables en la composición corporal de las pacientes, como aumento de masa grasa y disminución de masa libre de grasa, particularmente masa muscular. Estos cambios impactan negativamente en la salud, el pronóstico y la calidad de vida.
Una herramienta de evaluación relevante en este contexto es la bioimpedancia eléctrica (BIA), debido a su carácter no invasivo, bajo coste y alta fiabilidad. La BIA analiza la composición corporal mediante el paso de una corriente eléctrica a través del cuerpo, midiendo dos componentes: resistencia (R), que representa la oposición al flujo de corriente, y reactancia (Xc), que refleja la capacitancia de las membranas celulares. A partir de estas medidas se calcula el ángulo de fase (PhA), que ha surgido como un marcador de integridad de membranas celulares, distribución de fluidos y estado nutricional, siendo además un predictor de supervivencia en pacientes oncológicos.
Valores altos de PhA son indicativos de buena integridad celular y adecuado estado nutricional, mientras que valores bajos se asocian con daño celular, malnutrición y mal pronóstico. Se ha demostrado que las pacientes con cáncer, incluido cáncer de mama, presentan valores de PhA inferiores a los de personas sanas de la misma edad.
En este contexto, se plantea que tanto intervenciones nutricionales como programas de ejercicio físico podrían mejorar los parámetros de la BIA, revirtiendo alteraciones asociadas a la enfermedad. La evidencia previa indica que programas de entrenamiento de fuerza y/o resistencia pueden aumentar el PhA en supervivientes de cáncer, aunque la literatura es todavía limitada, sin consenso sobre el tipo de ejercicio más eficaz.
El objetivo principal de este estudio fue analizar el efecto de un programa de ejercicio terapéutico de 12 semanas sobre el PhA, R y Xc en mujeres supervivientes de cáncer de mama (BCS). El objetivo secundario fue investigar la relación entre cambios en los parámetros de BIA y cambios en la capacidad funcional y la fuerza muscular.
El hallazgo principal del estudio fue un aumento significativo del PhA y una disminución de la R tras la intervención, así como correlaciones positivas entre PhA y medidas de capacidad funcional (fuerza de prensión manual y test de sentarse y levantarse en 30 segundos, 30-STS).
El incremento de PhA observado coincide con estudios previos que aplicaron programas de ejercicio concurrente (fuerza y resistencia) en supervivientes de cáncer de mama. Sin embargo, otros estudios que utilizaron intervenciones de baja intensidad, como yoga o programas no supervisados, no lograron mejoras significativas en PhA, lo que sugiere que alcanzar un umbral adecuado de intensidad, volumen, duración y adherencia podría ser clave para inducir adaptaciones favorables en la BIA.
En cuanto al tipo de ejercicio, aunque la evidencia es limitada, se sugiere que los programas de entrenamiento de fuerza podrían ser superiores a los de resistencia para mejorar el PhA, dado que promueven hipertrofia y estrés metabólico, lo que mejora la integridad de las membranas celulares y, por ende, el Xc y el PhA.
Un hallazgo interesante fue que, a pesar del aumento significativo del PhA, no se observaron cambios significativos en Xc, mientras que la R disminuyó. Tradicionalmente se ha planteado que la nutrición impactaría más sobre la R (incremento de agua corporal y electrolitos), mientras que el ejercicio mejoraría la Xc (integridad de membranas). En este estudio, el descenso de R sugiere un posible efecto sistémico del ejercicio o la influencia de otros factores como cambios espontáneos en dieta o estilo de vida.
La falta de cambios significativos en Xc podría indicar que sería necesario ajustar aún más los parámetros del programa de ejercicio (mayor duración, mayor intensidad) para observar mejoras también en esta variable. En este sentido, el enfoque sobre el PhA como parámetro clínico principal parece más fiable que considerar los valores crudos de R y Xc de forma aislada.
En relación con la capacidad funcional, se observó una mejora significativa en el test de 30-STS tras la intervención, consistente con el aumento del PhA. Este hallazgo refuerza la importancia del ejercicio terapéutico no solo en parámetros bioeléctricos sino también en aspectos clínicamente relevantes como fuerza y funcionalidad, que impactan directamente en la calidad de vida y pronóstico de las pacientes.
Las correlaciones positivas entre PhA y fuerza de prensión manual, así como entre PhA y el test de 30-STS, indican que las mejoras en la composición corporal medida por BIA podrían estar relacionadas con mejoras funcionales. Estas correlaciones fueron moderadas (r ≈ 0,37–0,39) y sugieren que el PhA podría considerarse un marcador indirecto de fuerza y funcionalidad en supervivientes de cáncer de mama.
El análisis de regresión múltiple también mostró que los valores basales de PhA, Xc y R, ajustados por edad, explicaron entre el 11% y el 28% de la variabilidad en los resultados funcionales a las 12 semanas. Esto refuerza la posible utilidad del PhA no solo como marcador de estado nutricional o celular, sino también como predictor de evolución funcional tras un programa de ejercicio.
Limitaciones del estudio incluyen el diseño de cohorte única (sin grupo control), la falta de registro de otros cambios en hábitos de vida (dieta, actividad física fuera de las sesiones), y la inclusión de pacientes con linfedema, que podría influir en los resultados de BIA. Sin embargo, el uso de parámetros crudos de BIA (R y Xc) y la estandarización de las mediciones fortalecen la calidad de los resultados.
Conclusión
Un programa de 12 semanas de ejercicio concurrente (fuerza y resistencia) parece eficaz para mejorar el PhA y la R en mujeres supervivientes de cáncer de mama, con correlaciones positivas entre PhA y parámetros de fuerza y capacidad funcional. Estos hallazgos apoyan la integración de programas de ejercicio terapéutico supervisado en el manejo de pacientes con cáncer de mama y sugieren que el PhA podría ser un marcador clínico útil para monitorizar la recuperación funcional en esta población.
Acceso libre al artículo original en: https://www.fisiologiadelejercicio.com/wp-content/uploads/2025/04/Effect-of-a-12-week-exercise-program-on-phase-angle-in-women-with-breast-cancer.pdf
Referencia completa:
Escriche-Escuder A, García-Almeida JM, Vegas-Aguilar IM, Pajares B, Alba E, Trinidad-Fernández M, Roldán-Jiménez C, Cuesta-Vargas AI. Effect of a 12-week exercise program on phase angle in women with breast cancer. Support Care Cancer. 2025 Apr 21;33(5):398. doi: 10.1007/s00520-025-09443-4.